domingo, 19 de diciembre de 2010

Una

    La lluvia te trajo una tarde que ya pasó, fue en mayo, un viernes como tantos pero que ahora se hizo único. Yo había llegado horas antes al departamento sin ganas de... con un borrón en la frente y un olvidar en la pupila, para desenmarañarme un poco traté darle curso al caos reinante del lugar y en apariencia así fue pero en el fondo había algo más que se adhería a pesar. Esa tarde en especial esperaba a una amiga la cual venía con más personas, a esas alturas mi lugar recibía todas las visitas posibles incluso añoraba las imposibles, todo con tal de no quedar sola para mirarme al espejo y reconocerme ilusa. 

    En la ventana, esa ventana que siempre me pareció tan fantástica y llena de vida, veía caer finas gotitas de lluvia en un leve llanto que a mi parecer imitaban lo propio recordándome la escena pasada donde fui el personaje que nunca me ha gustado, por eso al salir de la ducha me detuve un rato frente a ella, prestando oído a esa lluvia siempre tan amable, el verde me saludaba como siempre y eso me volvió a entristecer porque al vivir en la altura y con la ventana saludando la copa de los árboles sentía que mi hogar era un nido y yo un pajarito que se había quedado mudo, esos pensamientos nostálgicos me visitaban para dejarme la risa blanca y en eso estaba cuando recordé que esperaba a mi amiga que llegaría a las 6 y eran las 6 un cuarto o algo así, entonces me vestí rauda, completamente de negro en una manifestación inconsciente de lo interno, luto perfecto para mí sueño y bajé las escaleras, seguía lloviendo, finísimos hilos de agua caían a la tierra y ese olor a humedad me reconfortó un poco, llegué a la salida del condominio, los autos pasaban dejando sus huellas luminosas en el asfalto mojado, pasaron unos minutos y en la esquina aparecieron los tres invitados, mi amiga y sus acompañantes, entre ellos estabas tú...

esperando la Dos ...

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