Sabor a menta
o fresa.

Aroma tierno,
dulzor lejano.

Día lindo,
Lluviosa tarde.

Largo viaje,
paseo ingrato.

Caras largas,
risas precisas.

Sueño inquieto,
vulgar deseo.

Impresiones vagas...

Y todo así.

En un abrir,
por un cerrar.

Como si nada,
sucede
todo

sin vuelta

Siempre estuve aquí, dándome mil vueltas, rodeándome de brumas,
ahora quiero dejar de aclamar al vacío o al silencio,
dejar tanta esquina suelta, apagar los faroles,
cerrar la puerta de mi casa,
comer la llave,

para de pronto abrir todo con los ojos
y marcharme conmigo.

...

Siempre cree que ha llegado,
pero va partiendo,
terminando
lo que empieza,
va empezando 
lo sin fin,
mira su peluca tiesa
como la de mañana
que no es.


Despierta !!!


en sus manos los mañanas
se confunden,
y ella lleva en sí
todas las llaves
que se han perdido por ahí.

Yendo

un poco
al centro
para morder el polvo
sin quedarse en la rendija
para probarse en el banquete propio
y dejar en claro lo más oscuro
para que dejen los dedos la sangre
con su mordisqueo nervioso
de saber
que lo sabido
se cansa de esperar
entre tantos fragmentos
ajenos y reconocidos

apare SER

A la vuelta de mi esquina me encuentro con un semáforo en rojo gritando en silencio que no, que no, que no !!!


lo pateo hasta el olvido y me lanzo


sin caminos porque todas las direcciones son mías
sin proyectos porque me bastan los sueños
sin temores porque se hicieron risas


sola yo con la que soy ahora
y por si fuera poco
tú que me amas tan bonito...

Des APARECER

Siempre buscando ir
a lo lejano y no volver,
esperando el vacío,
el no ser
siempre o nunca,
a modo de salida
quizá,
con forma de principio
también,
ir para no estar
acá donde pesa tanto,
ir tan lejos en mí
que no habrá movimiento
sólo un sutil acto
abro, cierro los ojos,
ya no soy,
abro, cierro,
me fui
y no vuelvo esta vez,
ya no !!!

que luna

Estaba roja en la altura, mientras en lo bajo se erizaban utopías y los sueños arrastrados eran llevados al rostro desconocido para guardar allí su falta de criterio, la mala suerte de no saber que salida no hay y que la muerte no es un fin, que todo engaño amarra espaldas, pues nada perece, tan sólo permanece tras ojos somnolientos e indiscretos que saben por el rojo sin miradas lo truncado de buscar cuando se tiene todo en un llamado expectante y más